lunes, 19 de septiembre de 2016

¿DÓNDE ESTÁ EL CEREBRO DE LAS ORGANIZACIONES?

Esa fue la pregunta que me hicieron después de una charla sobre neuromanagement: "¿Dónde está el cerebro de las organizaciones?" Se me ocurrieron varias respuestas, pero ninguna adecuada al contexto. Me puse en plan "informático": "Defina cerebro". Al final llegué a la conclusión de que el cerebro de una organización es "lo que hace que la organización aprenda". La primera reacción es pensar en los CRM, big data, o los gabinetes de estudios que producen estudios muy interesantes que ayudan a tomar decisiones... Pero me parecía que eso respondía a quién estudia, no a quién o cómo se aprende en las organizaciones.
Así que empecé al revés. ¿Qué impide que se aprenda en las organizaciones? Eso es más fácil de responder. El uso indiscriminado del poder. Como diría Eduardo Punsset: "la utilización abyecta del poder". El poder por el mero hecho de causar miedo y, por lo tanto, obediencia ciega. El control desmedido, que sería una faceta del mal uso del poder. La ausencia de creatividad, la eliminación de ideas nuevas. Y, tomando una perspectiva más alejada, la ausencia de participación. Y, pero no necesariamente el último de esta lista provisional, la fe ciega en la tecnología, en la digitalización. Si todos los problemas se arreglan con digitalización qué hacemos los demás. El desprecio del "otro", del "diferente"....
Como me comentó el empleado de una gran empresa: "Eso aquí no se da, aunque sea frecuente".
Entonces cómo se aprende. Estoy seguro que un papel clave son las interacciones de las personas que "trabajan" en las organizaciones. Empleados, ejecutivos, técnicos, directivos, clientes, proveedores, accionistas, grupos de interés... Es en la comunicación entre las personas y los colectivos donde se absorbe y genera nueva información. La empresa que reduzca al mínimo las interacciones entre las personas estará en manos de el software, los modelos y los protocolos. Y no aprenderá casi nada.
Besos y abrazos.

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