lunes, 16 de agosto de 2010

MI CEREBRO Y YO

"Somos nuestro cerebro" clama Punset desde sus libros. Se lo expliqué a mi hija Isabel de catorce años y me respondió sin dudar: "Uf, que mal rollo". Me hace gracia esa gente que habla de cerebro y cuerpo... como si el cerebro fuera algo externo al cuerpo. Es una parte especial del cuerpo pero comparte con el resto de las partes de este muchas características. Después de una buena caminata quién no se ha dado un buen masaje en los pies para descansarlos. "Cuida de tus pies y ellos cuidarán de ti", dice un refrán. ¿Podremos decir lo mismo del cerebro? "Cuida de tu cerebro y el cuidará de ti". Creo que sí. La relación con nuestro cerebro, admitiendo la aseveración de Punset, debería ser importante para todos nosotros.
Creo que una primera aproximación es tener algunas nociones sobre cómo funciona el cerebro. Para esto las publicaciones divulgativas han hecho una labor excelente.
Lo segundo sería conocer nuestro cerebro, su dominancia y sus puntos fuertes y débiles. Para saber dónde meternos y dónde no. No para vivirlo con fatalismo: "mi cerebro y yo somos así". Tenemos que confiar más en la plasticidad cerebral y en la ley de Pareto (una mejora pequeña puede tener grandes consecuencias).
Lo tercero sería tener métodos para acceder y trabajar con la parte no consciente. En esto la meditación y la Programación Neurolingüística son de una gran ayuda.
El cerebro trabaja con atajos que pueden ser trampas a la hora de tomar decisiones. Por ejemplo el tema del anclaje. Deberíamos conocer las trampas y los antídotos. Muy recomendable el último libro de Matteo Montterlini ("Trampas Mentales". Paidós).
También la alimentación es una clave para cuidar el cerebro. La reducción de lo que comemos (si comemos en exceso), la eliminación del alcohol en cantidades dañinas o de otras drogas.
Pero no demos por supuesta la relación nuestra con nuestro cerebro. Ramachandran comenta que existe un área del cerebro que al manipularla (a través de campos magnéticos) se elimina  temporalmente la noción del yo. Por no hablar de las  teorías de Llinás que dejan al yo fuera de juego.
El Alzheimer nos demuestra de manera inmisericorde que el yo y mi cuerpo no son lo mismo porque el cuerpo sigue pero el yo desaparece.
Creo que está bien que cuidemos de la relación cerebro y yo aunque sepamos que es lo mismo. Me sorprendió mucho un ejercicio que consistía en imaginar que con nuestro dedo índice, hecho gigante, podíamos darnos un masaje en el cerebro a través del cráneo, recorriendo todos los lóbulos cerebrales. Es un ejercicio de lo más relajante. Probarlo, por favor.

Besos y abrazos