sábado, 15 de mayo de 2010

DOMINANCIA PERO NO TOTAL



Conócete a tí mismo es uno de los mejores consejos que podemos dar a alguien. La pregunta siguiente sería qué hago ahora que me conozco. En los seminarios de Neuromanagement se trabaja con el concepto de dominancia. Me preocupa sobre todo que tengan claro si domina el cerebro derecho o el izquierdo. Normalmente las personas se resisten a aceptar que uno de sus hemisferios es más rápido y hábil que el otro. A pesar de que en el curso ven y sufren distintas pruebas de dominancia.

Creo que una de las resistencias es el concepto binario que se tiene sobre la dominancia. El que un hemisferio domine sobre el otro no significa que el último quede anulado. De hecho podemos ser muy buenos en alguna habilidad del hemisferio menos dominante. Pero en ese hemisferio tenemos nuestras grandes debilidades.

Algunos neurólogos comentan que no merece la pena desarrollar nuestras peores habilidades cerebrales porque tendremos que hacer mucho esfuerzo y el resultado será pobre y efímero. Siempre he pensado que el alivio de mejorar un poco merece la pena para tí y los que están a tu alrededor. Los neurólogos comentan que debes evitar tus puntos malos y apoyarte en los fuertes. No hay ningún problema en eso.

Tal vez deberíamos hablar de tres niveles de dominio: dominancia, secundario y negación. El hemisferio desde el que actúo y pienso con naturalidad, el que uso cuando las cosas fallan y el que no soy capaz de usar aunque quiera. Pero pensando en habilidades cerebrales y no en los hemisferios en global.

Besos y abrazos.

sábado, 1 de mayo de 2010

LA EMPRESA COMO CEREBRO

Imaginar un hombre detenido en medio de una calle. Hace movimientos rígidos, espasmódicos, trata de girar en una dirección, luego en otra, luego le cuesta levantarse, parece confuso...Así se comportan las empresas cuando un departamento tiene una idea y los demás ponen pegas hasta que la idea es abandonada. Cuando un directivo marca una directriz y el resto de la empresa va a su aire. Cuando a alguien se le ocurre una mejora pero nadie le hace caso porque su departamento no es importante. Cuando me preguntan si la empresa es como un cerebro enseguida digo que no: que es un conjunto de cerebros con mucho ego. La metáfora no es desdeñable pero conviene profundizar un poco en ella.

Peter Sengue creó la expresión "empresa inteligente" ("learning organization") (viva la traducción). Sengue es un optimista, lean sus libros, son fabulosos. Pero creo que las empresas están en una fase previa. Para aprender es necesario desaprender y parece que muchas empresas no están por la labor. No hay más que pensar en las fiestas de los cretiinos que han mandado a millones de personas a la miseria y a la desesperación y que este año vuelven a repetir. Muchas empresas no aprenden si no que están orgullosas de lo burros que son. ¿Qué hace falta para que aprendan?

Pero no quiero hablar de este tema tan doloroso si no de los paralelismos entre empresa y cerebro. Cuando me lo preguntan en las charlas se refieren a la dominancia. "Hay empresas de dominancia izquierda y de dominancia derecha. Las auditorias y las ingenierías, por ejemplo, son de dominancia izquierda. Las de publicidad y eventos son de dominancia derecha". Por eso suelo responder que no. Que las empresas sólo salen adelante cuando usan ambos cerebros, cuando sus actores principales hacen tandem de cerebros. Sin los dos cerebros bien distribuidos por toda la empresa es imposible.

En qué sentido se debería parecer una empresa a un cerebro. En las rutas cerebrales. Desde hace poco se sabe que la ruta cerebral para recordar y la de imaginar es la misma, pasan por los mismos órganos del cerebro... pero por distinto orden. (Pueden leerlo en el últumo libro de Punset, como siempre magnífico).
Las empresas deberían tener rutas para la calidad, la seguridad, la creatividad... Pero al igual que en el cerebro humano esas rutas no son de sabotaje, si no para llevar a cabo su cometido. Un avez más la pregunta no es "¿POR QUÉ? sino ¿POR QUÉ NO?"

Si las empresas no piensan así, se quedarán como nuestro honbre del principio. Con movimientos espasmódicos y confusión.

Besos y abrazos