jueves, 26 de abril de 2012

Está de moda la sincronicidad. Cosas que suceden a la vez en el tiempo y algunos le dan cierto significado y sentido. Lo siento yo apenas asumo la simultaneidad, no me pidáis que vaya más lejos.

Dando clase en la universidad, en una clase de setenta y cinco alumnos, me encuentro con que la mitad, más o menos, están haciendo dos cosas a la vez. Muchos chatean con el móvil, otros estudian libros de otras asignaturas, otros charlan entre ellos con animadas tertulias de bar, otros comprueban la veracidad del autor que les cuento... La otra mitad atiende (al menos me miran). A veces regaño a los despistados que me miran sorprendidos: "le estamos atendiendo, profesor". Y me miran con esa mirada de sorpresa y ofensa: es que el pobre no puede hacer dos cosas a la vez. Algunos me repiten mecánicamente lo que acabo de decir para dejar claro que "estoy más pasado que un chotis". Si les pregunto por el sentido de lo que acabo de decir no lo saben. Como dice el chiste: "ni lo sé, ni me importa". Insisto en que algo más de la mitad atienden.

Lo que me preocupa es que empiezo a ver que esa tendencia está apareciendo en la empresa. Hace unos días comencé unas sesiones de coaching con un joven ejecutivo con mucho potencial. Mientras charlábamos él respondía mensajes en su tablet. Después de pedirle atentamente que cerrara el dispositivo volvió a aparecer el   gesto: "Tranquilo puedo hacer dos cosas a la vez... a pesar de ser hombre". Al rato comencé a hacerle algunas preguntas que para él no tenían sentido: cuántos correos recibes al día, cómo los almacenas, a qué información tienes acceso... En un momento determinado me dijo: "No entiendo tu pregunta". Y con mi gesto de adicto a los Starbucks de respondí: "Perdona, hablaba con tu tablet". Milagrosamente funcionó. Sonrió y apagó la tablet. Así que aproveché para firmar el convenio colectivo de nuestro coaching: Entre otras cosas, nada de dispositivos electrónicos externos al cuerpo encendidos.

Digan lo que digan sin la concentración necesaria el cerebro pierde memoria. No recuerda u olvida a toda velocidad. Mis alumnos "simultaneantes" me preguntas cosas que ya he contado o confunden el sentido de otras. Como diría Siegel: donde esté el mindfullness que se quite la radio (la frase es rigurosamente falsa).
En fin, reivindicar la alegría de la atención plena y el estar aquí y ahora.
Y tiene mérito porque mientras escribo esto estoy oyendo (que no escuchando) el último disco de Leonard Cohen.

Besos y abrazos.