lunes, 18 de enero de 2010

INCOMPRENSIONES EN LA MISMA DOMINANCIA CEREBRAL

Uno de los apartados del curso de Neuromanagement que mejor resultado da es el de las incomprensiones mutuas. Fue una "adaptación literal" del esquema de Chalvin y las incomprensiones entre dominancias del maestro y el alumno, "traducidas" al jefe y al colaborador. Por ejemplo entre un jefe técnico (cortical izquierdo) y un colaborador comunicador (límbico derecho). Lo que piensan cada uno del otro les hace muy difícil colaborar. (Ver "Los dos cerebros en la escuela" Ed. Tea). Es muy esclarecedor y las consecuencias son graves, por ejemplo en las evaluaciones de desempeño. En esta parte del curso no es infrecuente que algunas personas rompan a llorar porque llevan durante años teniendo encontronazos pensando que el otro le sabotea adrede y "sólo" es un problema de "lenguaje" cerebral.

Además de esas incomprensiones llevo un tiempo observando otras que se dan dentro de la propia dominancia. Por ejemplo alguien que  ha sido demasiado técnico y ha logrado moderar esta dominancia le molesta la inflexibilidad de personas que son como él ha sido. Si uno ha sido demasiado comunicador y ha logrado dominar su incontinencia verbal, se puede encontrar molesto ante alguien que no lo ha logrado o que hace de ello su punto fuerte. Es un principio de psicología. No tolero lo que he logrado controlar. Ex fumadores, ex gordos..., conversos que persiguen a sus ex colegas. Hay un refrán sobre este tema: "Ni pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió".

Creo que la edad juega un papel fundamental, si he logrado moderar una dominancia será porque mis lóbulos frontales se han desarrollado y ya puedo controlar algo más. Pero a alguien joven, pongamos hasta los veinticuatro años, no le es posible ejercer ese control. Con la torpeza que nos caracteriza solemos pensar que si yo lo he  logrado el otro también debería hacerlo. Cuánta gente nos creemos el centro del universo y la medida de todas las cosas. Qué falta de empatía. Aquí tenemos una oportunidad de mejorar como jefes, madres o padres, amigos...

Besos y abrazos

miércoles, 13 de enero de 2010

COLORES

Me comentan que una empresa en México pasó a todo el personal el cuestionario de dominancia cerebral de Herrmann y a alguien se le ocurrió la idea de crear unas etiquetas que llevaran el color dominante de cada uno para que todos pudieran verlo. Azul para el técnico (cortical izquierdo), Verde para los que fueran organizadores (límbico izquierdo). Rojo para los comunicadores (límbico inferior). Amarillo para los estrategas, cortical derecho. Lo del amarillo no ha sido buena idea, eh. Me cuentan que al principio todo fue bien porque lo usaban para apoyarse en las fortalezas de cada dominancia pero luego comenzaron los problemas. "Tú qué sabes de esto sí sólo eres un comunicador". "Tú cállate que sólo eres un técnico, lo vas a estropear al venderlo"....
La situación de deterioró hasta que decidieron quitarse las etiquetas.
Hay varios factores que hacen que el sistema no funcione. Es demasiado rígido, la mayoría de las personas tienen doble dominancia y no necesariamente son del mismo hemisferio. Cualquier dominancia puede hacer algo contrario a ella y sorprendernos a pesar de que cometa errores. Las personas somos algo más que nuestra dominancia. El cerebro es plástico, flexible y nostros también, claro.
El modelo de Herrmann fue un gran avance ý él mismo era consciente de que se trataba de una metáfora, lo dice en sus escritos. Una metáfora que permite entender y leer situaciones pero no debe ser un corsé que nos impida ver a la persona.
Creo que la empresa de México fue valiente al tomar una decisión así. Espero que en su experiencia aprendieran a conocerse mejor, sobre todo, en sus fortalezas. Y han hecho bien al abandonar esa rigidez. Ya cumplió su función.
Somos nuestro cerebro, como dice Punset pero no somos rígidos, somos flexibles. Tenemos capacidad de aprendizaje.
Besos y abrazos

miércoles, 6 de enero de 2010

NEURODETERMINISMO

Me lo he vuelto a encontrar, después de dos años y me hizo la pregunta que tememos todos los despistados: "¿Te acuerdas quien soy, Sergio?" Sí me acordaba. Era un jefe que tenía serios problemas con el control de su violencia. Sus colaboradores le temían, en la empresa nadie quería estar con él, pero él pensaba que era porque tenía mucho poder. Y apenas era algo más que un enegúmeno. Fue a uno de mis cursos. En el que tuvimos una pequeña bronca, claro. Después consiguió unas sesiones de coaching, en las que trabajamos duro pero con pocos resultados, la verdad. Al final fue despedido después de uno de sus episodios de cólera. De vez en cuando cambiábamos correos electrónicos.
Le hice la pregunta de rigor: "¿Qué tal lo llevas?" Y me comentó algo curioso. Llevaba más de un año sin ataques de rabia, sin violencia. Trabajaba en una empresa en un puesto de responsabilidad algo menor. "¿Cómo lo has logrado?". Me contó una historia de "tocar fondo": divorcio, una arritmia cardiaca, soledad no deseada, miedo a su alrededor. Me halagó diciendo que recordaba muchas de nuestras  conversaciones y que, por fin, había puesto en marcha algunas cosas que comentamos y otras que fue aprendiendo. Incluso conocía el mote por el que todo el mundo le llamaba en su empresa anterior: "Hulk". Me comentó que después de su enfermedad coronaria se compró un reloj que al acelerársele el punto pitaba. Los primeros días pitaba constantemente pero poco a poco se fue calmando. Luego había tenido suerte, en su actual equipo tenía una colaboradora que no le temía. Una chica joven que empezó siendo una "toca pelotas" y ahora su "ángel de la guarda". Cada vez que se empesaba a poner nervioso esta chica le hacía una señal: tosía, carrapeaba o le ponía una mano en el hombro. Poco a poco las broncas se fueron distanciando y ahora no se daban. Nos reímos mucho cuando añadió que la chica usaba este método con su abuelo que tenía mucha mala leche.  Habíamos comentado el rapto amigdalítico o límbico. Esa explosión de adrenalina que te pone a cien en trescientos milisegundos. "¿Han descubierto algo más?" Le hablé de las  "interneuronas" que calman e inhiben a las neuronas. "Lo mismo es que no tienes", le bromée.
Me contó que no tiene paciencia con la meditación. Lo entiendo, pero es una lástima porque descubres cosas importantes sobre tu cerebro. Para cerrar la coversación con un toque positivo le recordé una frase que me dijo en medio del curso: "Yo soy así y a mí no me cambia ni Dios". Bueno, "todo cambia".
Se despidió con un abrazo y no era el del oso. Me fuí pensando. ¿Qué hacemos con eso del determinismo cerebral, no hay margen de maniobra, cómo había cambiado este hombre?

Besos y abrazos y que el 2010 os traiga mejores resultados con menos esfuerzos.