jueves, 17 de mayo de 2012

"Dr. Alzheimer, supongo" es el último libro de Duwe Draaisma, editado en Ariel. en él se hace un recorrido por los pioneros de las neurociencias. Médicos que se sintieron atraídos por una serie de síntomas de los que supieron encontrar un origen común y que hoy llevan su nombre. Draaisma es un erudito y un escritor delicioso. Transmite una sensibilidad que en este libro se hace más presente, más necesaria.
Siempre me ha llamado la atención que muchos médicos y filósofos señalaran de forma certera el origen de una enfermedad mental. (También soy consciente de muchos patinazos gloriosos).
En este libro vas a aprender muchas cosas y una de ellas es que para que un descubrimiento merezca la pena hacen falta varios factores: observación, curiosidad, pasión, humildad, seguridad... y tiempo. Todos los pioneros con una mezcla de estos elementos. En muchos casos no dedicados exclusivamente a un  campo del saber. La especialización profundiza y empobrece.

Hace años vivimos un caso de unas fiebres perniciosas que empezaban a hacer estragos en la persona que las padecía. Los análisis modernos no detectaban nada pero la fiebre estaba ahí y la aparición de varios herpes, la pérdida de peso... amenazaban seriamente al paciente. Fue un médico mayor, en la tranquilidad de una consulta privada, arrumbada, y después de una conversación de una hora el que dio con la enfermedad, adelantó el diagnóstico, pidió las mismas pruebas pero con otros métodos y adelantó el tratamiento. Muchas gracias. Estoy convencido de que la pasión del médico por su profesión, la compasión por el paciente y el tiempo empleado fueron claves para superar esa mala etapa.

No puedo evitar el pensar en la gente que trabaja en empresas, cada vez menos empleados, hacer muchas cosas, con el miedo al despido... sin tiempo y sin pasión. Todo en clave de supervivencia. Y si estás parado o con baja actividad, estás tan desanimado que es difícil mantener pasión alguna.

Habrá que aprender del espíritu de los pioneros que sin ordenadores, ni teléfonos móviles tuvieron que encontrar su genialidad en otros sitios más cercanos, más tranquilos... ¿más humanos?

Besos y abrazos