domingo, 30 de diciembre de 2012

"In memorian"

Fuera hace un frío de invierno. Ha oscurecido y la chimenea lleva todo el día "trabajando". Hace un rato largo que he visto la noticia de la muerte de Rita Levy - Montalcini. Aunque inevitable alcanzó los ciento tres años. Precisamente una persona que estudió el crecimiento del sistema nervioso. Leí dos libros suyos: "Un as en la manga" que era fácil de leer hasta que llegabas a determinados puntos. El otro fue el "Elogio de la Imperfección", su biografía "científica" porque de su vida privada apenas cuenta nada (ni tenía por qué hacerlo, claro). Una vida intensa, arriesgada, marcada por el hecho de ser judía en Europa durante la IIª Guerra Mundial; algo de lo que no hizo causa de guerra con el resto del mundo. El libro es una delicia. A veces me recordaba al estilo de escritura de Edith Warthon, por unas décimas de segundo tus sinapsis lograban recordar el aire viciado y el olor a madera de una casa vieja. Un recuerdo que no es mío, que salía de sus páginas.Un dama de otro siglo pero sorprendida con lo mismo que nosotros.
Guardaremos su memoria para otros que vengan detrás. Gracias, señora, muchas gracias.

Besos y abrazos

jueves, 13 de diciembre de 2012

Reconozco que cada vez me aburre más discutir. El otro día me comentaron dos personas distintas que me había vuelto más tolerante (yo creía que ya lo era, claro) y que era muy ecuánime (creo que no era un halago). Es cierto que no discuto casi nunca, en especial si mi interlocutor tiene vocación papal y habla "a ex cathedra". Siempre pienso que esas personas que pasan por la vida sin una sombra de duda son muy aburridas (aunque confieso que, algunas veces las envidio, qué sencilla debe ser su vida).

Trato de poner en marcha lo que alguna vez he denominado "la otra plasticidad neuronal"; no se trata de cambiar los circuitos cerebrales, si no de hacer que los mensajes que emito sean "aceptables" por la otra persona, sobre todo, si no está de acuerdo. No siempre lo consigo pero  en muchas ocasiones logro el objetivo: que el otro me escuche y que no discuta aunque, insisto, no esté de acuerdo.
Me costó mucho aprender que lo importante de un mensaje no es decirlo si no que llegue. Usar palabras, un tono y un momento adecuado son las claves. Eso te obliga a callarte muchas veces. Un innoble arte que me cuesta mucho esfuerzo.

No se trata de dar la razón al otro (como a los locos); se trata de entenderle y luego exponer tu visión sin el objetivo de convencerle. Aunque reconozco que la comunicación queda un poco sosa.

Eso me obliga a manejar los cuatro "idiomas cerebrales" para que el otro entienda mejor mi mensaje aunque, una vez más, no esté de acuerdo.

Hay que aprender idiomas.

Besos y abrazos.