martes, 23 de febrero de 2016

ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS


La imagen es de un cementerio, por si la enfermedad no era tan imaginaria.
Estoy leyendo "Todo está en tu cabeza" de Suzanne O´Sullivan, especialista en neurología en un hospital de Londres. De la editorial Ariel, 2016. Lo tomé con precauciones (todas las precauciones que puedas tener al comprar un libro por internet, que son pocas, en este caso no se podía hojear); El título me parecía un poco exagerado, pero el subtítulo animaba un poco más: Historias reales de enfermedades imaginarias. Está muy bien escrito y traducido. Tiene un ritmo rápido y la doctora es capaz de transmitir cierta compasión por sus pacientes; algo muy de agradecer. Habla de sus éxitos y también de sus errores, fracasos y sorpresas al tratar con pacientes a los que las pruebas médicas no revelan enfermedad alguna.
Creía, feliz en mi ignorancia, que las enfermedades imaginarias no existían. Es decir, crees que las tienes, pero no las tienes. La primera sorpresa es que son reales, es decir, te duelen, molestan y, en bastantes casos te incapacitan temporal o permanentemente. Aunque la enfermedad oficialmente no exista, eso no significa que el paciente no la sufra, ni padezca.
Muchas personas son acusadas de hipocondríacos, cuando no de histéricos porque tienen enfermedades que no genera su cuerpo, pero sí su mente.
Creo que es en el libro de Ramachandran, "Fantasmas en el cerebro", en donde se describe el caso de varios transexuales con embarazos histéricos que llegaban a producir leche en sus mamas. Tal es el poder del convencimiento. Lamento no recordar cómo era el proceso. Por cierto, podían volver a publicar el libro.
En el libro de la doctora O´Sullivan se comenta la importancia de los familiares cercanos a este tipo de enfermos. Estos familiares (algunos los llaman coenfermos a los que cuidan a grandes enfermos porque llegan a desarrollar los mismos hábitos que los enfermos) pueden llegar a dificultad el tratamiento por el hecho de negarse a admitir que la "enfermedad no es real" si no fabricada por el cerebro.
Las historias que cuenta el libro nos remiten, inevitablemente a las del doctor Oliver Sacks, pero la autora tiene su propio estilo y forma de contar las historias. Muy bueno también.
Recomendar el libro a los médicos que tratan con pacientes. Muchas veces los someten a una tortura de pruebas o de desprecio porque han hecho un primer diagnóstico del que se niegan a apearse. Ese orgullo complica el diagnóstico correcto y, por lo tanto, la curación del enfermo, de ser posible. Es un error humanos, pero lo pagan otros humanos.
Como casi siempre una actitud humilde y de aprendizaje nos hace más humanos y mejores profesionales.
Besos y abrazos.

martes, 2 de febrero de 2016

CEREBRO Y DIVERSIDAD

Una empresa me pide unas reflexiones sobre cerebro y diversidad. Encantado pero asustado. Sobre todo porque pertenezco a la "clase dominante", hombre y blanco. Aunque también comparto otros rasgos que me traen dificultades: edad y gordo. Así que espero no decir nada raro sobre el tema.
Se refieren a una diversidad en su sentido más amplio de género, movilidad reducida, diferentes capacidades, razas (que raro me suena esta expresión)...
Lo primero que he de decir es que, por desgracia, al cerebro no le gusta lo que es diferente. La diversidad le asusta, le dispara la amígdala. Creo que ya he comentado en este blog un experimento en el que a hombres blancos les enseñan fotos de blancos mezcladas con negros. La aparición de los rostros negros les disparaban los latidos, las amígdalas y otros tipos de defensa. Pero cuando la cara negra era de un actor conocido, Denzel Washington, las alarmas no se disparaban. También sucedía cuando eran negros los que veían las fotos, pero al revés. (Lo siento, no localizo al autor del experimento).
El cerebro utiliza de los sesgos para formar decisiones, son atajos que, en muchas ocasiones, nos llevan a sitios erróneos. Lo típico son los estereotipos. Como soy español, cuando me reúno con colegas extranjeros, dan por supuesto que llegaré tarde. Lo que no impide que yo tenga mis propios estereotipos sobre ellos. Es más preocupante el sesgo de confirmación, a través del cual solo tomo nota de aquellos datos que confirman mis opiniones. Si una persona que me cae mal llega tarde mi cerebro toma conciencia de ese error, pero si llega  a su hora o antes mi cerebro no registra nada o, al menos, no parece recordarlo.
Aunque hay varios sesgos vinculados a la diversidad el que más me preocupa es la profecía que se auto cumple. Si creo que alguien va a hacer mal un trabajo ya le mandaré uno difícil o cuyas circunstancias sean complicadas. De manera que lo hará mal y la profecía se cumplirá. Si esta persona hace el trabajo bien pondré en marcha el sesgo de atribución y pensaré que lo ha hecho bien porque ha tenido suerte. No le dejaré escapatoria alguna.
Es este caso el cerebro no ayuda, en especial cuando lo ponemos en "modo automático" y no tomamos conciencia de lo falsas que pueden ser nuestras opiniones.
Podemos hacer cosas para frenar esta tendencia del cerebro a sobresaltarse por lo diferente. Afortunadamente el cerebro también es curioso y le gusta probar.
Seamos honestos y no juguemos una partida con las cartas marcadas, aunque no sea conscientemente.
Besos y abrazos.