domingo, 24 de octubre de 2010

MIEDO Y CEREBRO

Acabo de pasar unas pocas horas con un amigo que ha tenido un ataque de estrés. Está en tratamiento, de baja, en su casa y con miedo a que se le dispare de nuevo todo el problema que le hizo perder el conocimiento y su seguridad en sí mismo.
He ido como amigo de él que es lo que soy. No coach, ni aficionado al cerebro, ni consultor... pero sí lector de libros. Hablé con él por teléfono. "¿Ya puedes recibir visitas?" "Sí, pero no me hables del cerebro". Cada vez me rebelo más contra esa afirmación de que somos nuestro cerebro. Es decir, que sólo somos nuestro cerebro. Mi licenciatura es de Psicología Social... así que no me he tirado cinco años estudiando nada. Pero es cierto que no es fácil una conversación, sobre todo si nos dedicamos a hablar del estrés, en la que no aparezca el cerebro. Como sabe que soy un lector empedernido me provocó. Así que estuvimos hablando de de los libros que he leído últimamente. Omitiendo algunos sobre el cerebro. Así que del último de Damasio ni hablar.
Pero al final me habló de un tema que creo que es muy importante: "el miedo". Estuvimos hablando de la inmensa cantidad de miedos que pueden existir y que nos podemos fabricar. A él no le puede decir nada pero nuestro cerebro de homosapiens pelín evolucionado lleva fatal lo de los miedos... irreales. Como decía Mark Twain (más o menos): He sufrido mucho con cosas que no me han sucedido nunca.
Nuestro cerebro fabrica miedos (buena es la imaginación) que limitan nuestras respuestas racionales, corticales o como quieras llamarlas. El mando pasa al sistema límbico, mucho más rápido pero mucho más limitado en sus respuestas. El cuerpo se empapa de adrenalina cada vez que recuerda un miedo que pertenece al pasado o que, incluso, no nos sucedió. El miedo nos envuelve y nos inutiliza.
No me atreví a decirle a mi amigo que hiciera algunos ejercicios de meditación. Soy un forofo de la meditación pero sé que a cada uno le sienta de una manera. Cuando esté más seguro le animaré a que aprenda a callar a su cerebro, o lo que es lo mismo, aprenda algo de meditación. 
Mientras tanto le regalé un libro de uno de mis autores favoritos: Nathaniel Branden , "Los Seis Pilares de la Autoestima". Algún día tendré que pensar cómo le sientan al cerebro los ejercicios de Branden. Por cierto, no hace falta que te de un telele (casi pongo pelele) para que leas a Branden, siempre sienta bien.

Besos y abrazos

1 comentario:

Alex dijo...

Sergio,

Escribe algo sobre la meditacion, please...

Alex.