martes, 2 de febrero de 2016

CEREBRO Y DIVERSIDAD

Una empresa me pide unas reflexiones sobre cerebro y diversidad. Encantado pero asustado. Sobre todo porque pertenezco a la "clase dominante", hombre y blanco. Aunque también comparto otros rasgos que me traen dificultades: edad y gordo. Así que espero no decir nada raro sobre el tema.
Se refieren a una diversidad en su sentido más amplio de género, movilidad reducida, diferentes capacidades, razas (que raro me suena esta expresión)...
Lo primero que he de decir es que, por desgracia, al cerebro no le gusta lo que es diferente. La diversidad le asusta, le dispara la amígdala. Creo que ya he comentado en este blog un experimento en el que a hombres blancos les enseñan fotos de blancos mezcladas con negros. La aparición de los rostros negros les disparaban los latidos, las amígdalas y otros tipos de defensa. Pero cuando la cara negra era de un actor conocido, Denzel Washington, las alarmas no se disparaban. También sucedía cuando eran negros los que veían las fotos, pero al revés. (Lo siento, no localizo al autor del experimento).
El cerebro utiliza de los sesgos para formar decisiones, son atajos que, en muchas ocasiones, nos llevan a sitios erróneos. Lo típico son los estereotipos. Como soy español, cuando me reúno con colegas extranjeros, dan por supuesto que llegaré tarde. Lo que no impide que yo tenga mis propios estereotipos sobre ellos. Es más preocupante el sesgo de confirmación, a través del cual solo tomo nota de aquellos datos que confirman mis opiniones. Si una persona que me cae mal llega tarde mi cerebro toma conciencia de ese error, pero si llega  a su hora o antes mi cerebro no registra nada o, al menos, no parece recordarlo.
Aunque hay varios sesgos vinculados a la diversidad el que más me preocupa es la profecía que se auto cumple. Si creo que alguien va a hacer mal un trabajo ya le mandaré uno difícil o cuyas circunstancias sean complicadas. De manera que lo hará mal y la profecía se cumplirá. Si esta persona hace el trabajo bien pondré en marcha el sesgo de atribución y pensaré que lo ha hecho bien porque ha tenido suerte. No le dejaré escapatoria alguna.
Es este caso el cerebro no ayuda, en especial cuando lo ponemos en "modo automático" y no tomamos conciencia de lo falsas que pueden ser nuestras opiniones.
Podemos hacer cosas para frenar esta tendencia del cerebro a sobresaltarse por lo diferente. Afortunadamente el cerebro también es curioso y le gusta probar.
Seamos honestos y no juguemos una partida con las cartas marcadas, aunque no sea conscientemente.
Besos y abrazos.

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