sábado, 1 de mayo de 2010

LA EMPRESA COMO CEREBRO

Imaginar un hombre detenido en medio de una calle. Hace movimientos rígidos, espasmódicos, trata de girar en una dirección, luego en otra, luego le cuesta levantarse, parece confuso...Así se comportan las empresas cuando un departamento tiene una idea y los demás ponen pegas hasta que la idea es abandonada. Cuando un directivo marca una directriz y el resto de la empresa va a su aire. Cuando a alguien se le ocurre una mejora pero nadie le hace caso porque su departamento no es importante. Cuando me preguntan si la empresa es como un cerebro enseguida digo que no: que es un conjunto de cerebros con mucho ego. La metáfora no es desdeñable pero conviene profundizar un poco en ella.

Peter Sengue creó la expresión "empresa inteligente" ("learning organization") (viva la traducción). Sengue es un optimista, lean sus libros, son fabulosos. Pero creo que las empresas están en una fase previa. Para aprender es necesario desaprender y parece que muchas empresas no están por la labor. No hay más que pensar en las fiestas de los cretiinos que han mandado a millones de personas a la miseria y a la desesperación y que este año vuelven a repetir. Muchas empresas no aprenden si no que están orgullosas de lo burros que son. ¿Qué hace falta para que aprendan?

Pero no quiero hablar de este tema tan doloroso si no de los paralelismos entre empresa y cerebro. Cuando me lo preguntan en las charlas se refieren a la dominancia. "Hay empresas de dominancia izquierda y de dominancia derecha. Las auditorias y las ingenierías, por ejemplo, son de dominancia izquierda. Las de publicidad y eventos son de dominancia derecha". Por eso suelo responder que no. Que las empresas sólo salen adelante cuando usan ambos cerebros, cuando sus actores principales hacen tandem de cerebros. Sin los dos cerebros bien distribuidos por toda la empresa es imposible.

En qué sentido se debería parecer una empresa a un cerebro. En las rutas cerebrales. Desde hace poco se sabe que la ruta cerebral para recordar y la de imaginar es la misma, pasan por los mismos órganos del cerebro... pero por distinto orden. (Pueden leerlo en el últumo libro de Punset, como siempre magnífico).
Las empresas deberían tener rutas para la calidad, la seguridad, la creatividad... Pero al igual que en el cerebro humano esas rutas no son de sabotaje, si no para llevar a cabo su cometido. Un avez más la pregunta no es "¿POR QUÉ? sino ¿POR QUÉ NO?"

Si las empresas no piensan así, se quedarán como nuestro honbre del principio. Con movimientos espasmódicos y confusión.

Besos y abrazos

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