jueves, 31 de diciembre de 2009

PRISAS Y CEREBRO

Siempre me han caído mal los que se ponen como ejemplo en sus libros, pero he de reconocer que un blog es, en gran parte, un ejercicio de narcisismo. Así que voy a empezar poniéndome de ejemplo... de lo que pasa con las prisas. Hoy, último día del 2009 me lo he tomado de vacaciones... compras, preparativos... Me he levantado a las siete de la mañana y después del aseo, el desayuno, la lectura de periódicos, por internet, claro, he puesto Dixit Domine de Háendel en el ordenador y me he puesto a escribir la última entrada del año. Veo que el contador de visitas va creciendo poco a poco, estoy encantado. Desde hace trece años vivo en una urbanización, en un pueblo de Guadalajara. Bajo a Madrid casi todos los días por motivo de trabajo y cada vez noto más el contraste entre los dos ritmos de vida. A pesar que el del pueblo sugre sus altibajos entre invierno y verano.
En Madrid noto el olor de la contaminación, la prisa de sus habitantes que se traduce en carreras al autobús, golpes en la espalda cuando me adelantan, empujones, toque irritantes en la espalda cuando comparto la barra de un bar, malas caras, personas hablando solas por la calle (sin el móvil, claro)... A veces, sentado en un banco o en la terraza de un café veo a alguien leyendo un libro o disfrutando del sol y siento a mi alrededor que la escena transcurre a dos velocidades. Como en Matrix cuando los malos se esfuerzan por golpear y el bueno se mueve a cámara lenta más rápido que ellos. Son momentos de una percepción muy clara y agradables. Juro que como mucho ayudado por la cafeína de un buen café.
En el mundo laboral es lo mismo pero más rápido todavía. En mis oídos resuenan las palabras de algunos de mis jefes: "Haz algo, no te quedes parado". Vaya, disculpen. Yo sólo estaba pensando. Todo el día corriendo de un lado para otro, evitando que el neocortex alcance cierto nivel de concentración. Usa sólo la parte límbica. Reacciona, no pienses, no planifiques... El que piensa pierde. Al final del día toman conciencia de lo cansados que están. Que  podrían haber hecho otra cosa, que se podían haber ahorrado el correo electrónico incendiario que han mandado a media compañía... y a la otra media en copia oculta.
No he conocido a muchos altos directivos pero casi todos los que he conocido me han sorprendido porque el poco o mucho tienmpo que me han dedicado estaban completamente dedicados a mí. Escuchando con atención, casi podía notar una presencia muy consciente y muy poderosa (aunque en algún caso sólo fuera para ver por dónde podían hincarme el diente). Pero no tenían prisa o habían descubierto cómo ir despacio para correr más.
Las bibliotequas, las iglesias parecen refugios para estar tranquilos (en época de exámenes no). Habrá que crear en las empresas espacios para pensar, oasis en los que la carga electro-química alcance al neocortex con más intensidad y podamos trabajar con todo nuestro cerebro.
Feliz 2010. Besos y abrazos.

2 comentarios:

Alejandro Valero dijo...

Feliz año, Sergio. Siempre se ha dicho que en los pueblos se vive sin prisas y que en las ciudades se agobia uno con tanto ajetreo, pero yo creo que eso es verdad hasta cierto punto, porque actualmente las prisas se han metido en el cerebro de los individuos. Por muy tranquilo que estemos mirando los olivos del campo o las montañas de la sierra, nuestro cerebro corre y corre sin descanso debido a las muchas actividades mentales o preocupaciones diarias que tenemos pegadas a las neuronas. No podemos huir al campo, porque tendríamos que dejar el cerebro en casa para disfrutar de la tranquilidad de la naturaleza. ¿Qué se puede hacer para desconectar el cerebro?

Sergio Cardona Herrero dijo...

Feliz Año, Alejandro. Tienes razón en que las prisas están en el cerebro. Si al mirar los olivos te estresas es que estás muy acelerado. Nuestra percepción es un bucle que se retroalimenta en un sentido u otro, mirar un campo de olivos o el mar, debería ayudar a calmar tus pensamientos. Soy un gran defensor de la meditación porque haciéndola mal he obtenido buenos resultados. Un de ellos aprender a callar esa voz del cerebro que te acelera, cuando no te pone verde con sus opiniones sobre lo que haces. Meditando tomas conciencia de ese cerebro acelerado y con la concentración puedes calmar la velocidad de tus pensamientos. Sólo con el cerebro podemos disfrutar de la tranquilidad. Te recomiendo "darte un paseo" por www.escuelademeditacion.com
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