miércoles, 6 de enero de 2010

NEURODETERMINISMO

Me lo he vuelto a encontrar, después de dos años y me hizo la pregunta que tememos todos los despistados: "¿Te acuerdas quien soy, Sergio?" Sí me acordaba. Era un jefe que tenía serios problemas con el control de su violencia. Sus colaboradores le temían, en la empresa nadie quería estar con él, pero él pensaba que era porque tenía mucho poder. Y apenas era algo más que un enegúmeno. Fue a uno de mis cursos. En el que tuvimos una pequeña bronca, claro. Después consiguió unas sesiones de coaching, en las que trabajamos duro pero con pocos resultados, la verdad. Al final fue despedido después de uno de sus episodios de cólera. De vez en cuando cambiábamos correos electrónicos.
Le hice la pregunta de rigor: "¿Qué tal lo llevas?" Y me comentó algo curioso. Llevaba más de un año sin ataques de rabia, sin violencia. Trabajaba en una empresa en un puesto de responsabilidad algo menor. "¿Cómo lo has logrado?". Me contó una historia de "tocar fondo": divorcio, una arritmia cardiaca, soledad no deseada, miedo a su alrededor. Me halagó diciendo que recordaba muchas de nuestras  conversaciones y que, por fin, había puesto en marcha algunas cosas que comentamos y otras que fue aprendiendo. Incluso conocía el mote por el que todo el mundo le llamaba en su empresa anterior: "Hulk". Me comentó que después de su enfermedad coronaria se compró un reloj que al acelerársele el punto pitaba. Los primeros días pitaba constantemente pero poco a poco se fue calmando. Luego había tenido suerte, en su actual equipo tenía una colaboradora que no le temía. Una chica joven que empezó siendo una "toca pelotas" y ahora su "ángel de la guarda". Cada vez que se empesaba a poner nervioso esta chica le hacía una señal: tosía, carrapeaba o le ponía una mano en el hombro. Poco a poco las broncas se fueron distanciando y ahora no se daban. Nos reímos mucho cuando añadió que la chica usaba este método con su abuelo que tenía mucha mala leche.  Habíamos comentado el rapto amigdalítico o límbico. Esa explosión de adrenalina que te pone a cien en trescientos milisegundos. "¿Han descubierto algo más?" Le hablé de las  "interneuronas" que calman e inhiben a las neuronas. "Lo mismo es que no tienes", le bromée.
Me contó que no tiene paciencia con la meditación. Lo entiendo, pero es una lástima porque descubres cosas importantes sobre tu cerebro. Para cerrar la coversación con un toque positivo le recordé una frase que me dijo en medio del curso: "Yo soy así y a mí no me cambia ni Dios". Bueno, "todo cambia".
Se despidió con un abrazo y no era el del oso. Me fuí pensando. ¿Qué hacemos con eso del determinismo cerebral, no hay margen de maniobra, cómo había cambiado este hombre?

Besos y abrazos y que el 2010 os traiga mejores resultados con menos esfuerzos.

No hay comentarios: