sábado, 26 de enero de 2008

Un asunto delicado

Llamar delicado a este tema es un eufemismo. En realidad se trata de un problema incómodo que puede ser grave. Todos hemos vivido una experiencia como la que sigue: Un amigo nos asalta por sorpresa en la calle. Nos da un susto tremendo y, antes de que nos demos cuenta, le hemos dado un buen puñetazo, o una torta, o un empujón que da con nuestro amigo en el suelo y con cara de sorpresa. Para no liarnos más digamos que nuestra parte límbica nos ha defendido sin que tuviéramos conciencia de ello. Nuestro amigo no puede culparnos de otra cosa que tener buenos reflejos.
Algunos autores sostienen que no somos animales racionales si no que racionalizamos las decisiones que ya ha tomado nuestro cerebro. Es la supremacía total de nuestra parte no racional. Leyendo a algunos autores el cuerpo parece un apéndice que sirve para transportar el cerebro. La situación no deja de ser delicada porque en algunos países (Alemania, por ejemplo) hay un debate sobre el nivel de conciencia con el que actúan los delincuentes. (Aunque todo el mundo parece de acuerdo de que, sea el delincuente o su cerebro el autor, ambos acaben en la carcel).
Nuestro cerebro tiene la inmensa mayoría de sus funciones "automatizadas" pero esto no siempre es así. Cuando meditamos lo primero que hacemos es controlar o tomar conciencia de nuestra respiración y del cuerpo. Eso es algo que lo hacen las partes límbica y la reptiliana. De alguna manera nos hacemos partícipes de la parte no consciente del cerebro. De parte de ella, claro.
Cómo salir de este problema delicado: ¿soy responsable o lo es mi cerebro?
Me acuerdo de una frase de Sartre:"Cada uno es lo que él hace con lo que los otros han hecho de él". Una posible solución está en un bucle: El cerebro hace pero luego puedo actuar desde mi conciencia... y vuelta a empezar. Así que nuestro cerebro es más rápido que nosotros... pero eso no parece excusa.

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